Las Bendiciones

del señor

 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.”  (Jn 14:1-2)

 

1.- LA BENDICIÓN DE TENER UN SALVADOR. Muchas personas no le dan importancia a la condición de vida que llevan, ni piensan en el destino eterno de sus almas. Pocas son las que se preocupan por su vida espiritual. Pero tener a Jesús como el salvador nos alienta a esperar en él. “Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a si mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para si un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito 2.13-14)

 

2.- LA BENDICIÓN DE SER HIJOS DE DIOS. Ser hijos de Dios no es cualquier cosa. Es estar reconciliados y tener comunión con el Padre eterno. Es ser valientes para darle la espalda al pecado y seguir a Jesucristo hasta el fin. Como hijos tenemos

 

A.   La bendición de ser perdonados. “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”. (Col.1:13-14

 

B.   La bendición de ser limpiados. “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos vera a Dios” (Mat.5:8)

 

C.    La bendición de ser restaurados. “De modo que si alguno esta en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”  (2ª Cor.5:17)

 

D.  La bendición de ser sustentados. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Fil.4:19

 

3.- LA BENDICIÓN DE SER SALVO Y TENER VIDA ETERNA. Ser salvo es tener la convicción de que tengo vida eterna porque mis pecados me han sido perdonados. Es tener la certeza de que estoy libre de condenación porque Jesús vive en mí. Es confiar en Dios de que a la hora de partir me voy con él. Su palabra dice. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Rom.8:1“Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1ª.Jn.5:11-12)

 

4.- LA BENDICIÓN DE PERTENECER A SU IGLESIA. Pertenecer al cuerpo de Cristo y formar parte de su iglesia es un gran privilegio. Es estar unido a la familia de Dios. Su iglesia está compuesta por hombres y mujeres que han sido perdonados y lavados con la preciosa sangre de Jesús. Su palabra dice: “A fin de presentársela así mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efes.5:27).

 

5.- LA BENDICIÓN DE TENER JESÚS TODOS LOS DÍAS. Una de las bendiciones temporales más hermosas que tenemos mientras vivimos en esta tierra, es la promesa que Jesús prometió, de que estaría con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Jesús dice: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado, y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mat.28:20) Esto nos da confianza de que no estamos solos. Jesús prometió permanecer siempre a nuestro lado.

 

6.- LA BENDICIÓN DE SER GUARDADOS POR JESÚS. Otra poderosa bendición es que somos protegidos por el poder de Dios. El Señor guarda nuestra vida y nuestra familia. Su palabra dice: “Que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1ª.P.1:5) Además; como hijos del Señor debemos guardarnos de pecar, para no dar lugar al diablo. La Biblia dice: “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.” (1ª.Jn.5:18)

 

7.- LA BENDICIÓN DE SER ESCUCHADOS POR JESÚS. Ser escuchados por Cristo nos da confianza y aumenta nuestra fe. Cada día podemos acercarnos confiadamente al trono de su gracia. El Señor dice. “Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallareis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y el que llama, se le abrirá” (Luc.11:9-10) Y nos confirma diciendo. “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá” (Marc.11:24) Amén.

 

8.- LA BENDICIÓN DE GUARDAR SU PALABRA La palabra del Señor es alimento a nuestro espíritu. Hay muchos que la rechazan y nada desean de Dios. Pero el guardarla es una bendición. Ella nos anima, nos fortalece y nos consuela. Ella es luz y es la voz de Dios directa a nuestro corazón. Por lo tanto:

 

A.    Somos bienaventurados. “Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan” (Luc. 11:28)

 

B.    El guardar la palabra hacemos una alianza con Dios. “Respondió Jesús y les dijo: el que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Jn.14:23) ¡El Padre y Jesús vienen a nuestra vida para morar en nosotros!

 

C.    Y tenemos vida eterna: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Jn.5:24)  Amén.

 

9.- LA BENDICIÓN DE COMPARTIR SU PALABRA. Compartir la palabra de Dios es una gran bendición, porque es el medio para que otros conozcan y vengan al conocimiento de Cristo. Además de que es un mandato de Jesús.

 

A.    El Señor lo demanda. La Biblia dice. “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra, que instes a tiempo y fuera de tiempo, redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2ª.Tim 4:1-2)

 

B.    Primeramente a nuestra familia. Él dice. “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;  y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y la atarás como una señal en tu mano y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás  en los postes de tu casa, y en tus puertas” (Deut.6:6-9)

 

10.- LA BENDICIÓN DE TENER AUTORIDAD EN EL NOMBRE DE JESÚS. Es sorprendente como Jesús confía en nosotros al delegarnos su autoridad. Con ella podemos reprender a satanás, echar fuera demonios y orar por los enfermos.

 

A.  Jesús nos delegó su poder. “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Luc.10:19)

 

B.    Tenemos autoridad para atar y desatar. “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo” (Mat.18:18

 

C.    Sanar enfermedades y echar fuera demonios. “Y esta señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablaran nuevas lenguas; tomaran en sus manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanaran”. (Marc.16:17-18)

 

11.- LA BENDICIÓN DE SER UN CIUDADANO DEL REINO DE LOS CIELOS. Todo siervo fiel debe entender que esta vida es pasajera. Ya los patriarcas Abraham, Isaac, Jacob se sostenían por la fe, como viendo al invisible.

 

A.     Esperaban una ciudad celestial.  Ellos fueron peregrinos y extranjeros  en la tierra. La Biblia dice: “Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto es Dios” (Heb.11:10) Y afirma que: “Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” (Heb.11:16)

 

12.- LA BENDICIÓN DE JESÚS QUIEN FUE A PREPARARNOS UN LUGAR. La iglesia de Cristo entra en esta promesa. Mientras nosotros estemos haciendo su obra aquí en la tierra, Jesús fue a prepararnos un lugar en la ciudad celestial.

 

A.    Nos consuela diciendo. “En la casa de mi Padre muchas moradas hay;  si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomare a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn.14:2-3)

 

B.    Somos ciudadanos del reino de los cielos.  “Más nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Fil.3:20) Amado no te aferres a este mundo, Sino a Jesús.

 

13.- LA BENDICIÓN DE SER FIEL A JESÚS. Mientras vivamos en la tierra corremos el riesgo que por descuido nos alejemos de Dios. Pero si permanecemos fieles a Cristo recibiremos nuestra recompensa.  Veamos éstas 3 bendiciones de Jesús.

 

A.    “…Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios” (Apoc.2:7b)

 

B.    “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré sus nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles” (Apoc.3:5)

 

C.    “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apoc.3:21)

 

Llegamos al final de esta enseñanza. Nuestro consejo es que no abandones ni te alejes de Jesús, sino ámale hasta el fin. Nos despedimos con esta última bendición de Señor que dice: “Se fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida” (Apoc.2:10b


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