No hay bicicleta para el

No hay bicicleta para él

Maltbie Babcock dijo: “Nuestras oraciones deben significar algo para nosotros si han de significar algo para Dios”. No hace falta decir que si nuestras oraciones son ambiguas, sin sentido y entremezcladas con la duda, quedarán sin respuesta. La oración es más que un deseo dirigido hacia el cielo… es la voz de la fe dirigida hacia Dios.

Tercero: La oración dinámica emana de un corazón obediente.

La Biblia dice: “Y recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada” (1 Juan 3:22).

Conozco a un padre rico que no quería dar a su hijo una bicicleta porque su boletín escolar tenía notas muy bajas, no había barrido las hojas del jardín y no había cumplido con otras tareas. Estoy seguro de que el padre no habría sido sabio si daba regalos valiosos a un hijo tan desobediente y desagradecido.

La Biblia dice: “En cambio, si lo desobedecen y no acatan sus mandatos, él descargará su mano sobre ustedes” (1 Samuel 12:15).

Si desea que sus oraciones lleguen a Dios, entréguele su voluntad rebelde, y Él escuchará su clamor. La obediencia es la llave maestra de la oración eficaz.

Cuarto: Debemos orar en el nombre de Cristo.

Jesús dijo: “Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo” (Juan 14:13).

No somos dignos de acercarnos al santo trono de Dios excepto a través de nuestro Abogado, Jesucristo.

La Biblia dice: “Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, […] acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos” (Hebreos 4:14, 16).

Dios, por amor a Cristo, perdona nuestros pecados. Dios, por amor a Cristo, suple nuestras necesidades. Dios, por amor a Cristo, recibe nuestras oraciones. La persona que acude con confianza al trono de gracia ha visto que su acercamiento a Dios ha sido hecho posible por Jesucristo.

Estar en concordancia con Dios

Muchos preguntarán: “¿No hay otra forma de orar excepto a través de Jesucristo?”. Uno puede orar, pero, según la Biblia, “hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5).

Quinto: Debemos desear la voluntad de Dios. Aun nuestro Señor, en contra de lo que sentía en el momento, dijo: “Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad” (Mateo 26:42).

La oración lo vincula con los verdaderos propósitos de Dios para usted y para el mundo. No solo trae las bendiciones de la voluntad de Dios a su propia vida personal, sino que le da la bendición adicional de estar en concordancia con el plan de Dios.

Y por último: Nuestra oración debe ser para la gloria de Dios.

La oración modelo que Dios nos ha dado finaliza diciendo: “Tuyos son el reino y el poder y la gloria” (Mateo 6:13). Si queremos que nuestras oraciones sean contestadas, debemos dar la gloria a Dios. Nuestro Señor dijo a sus discípulos: “Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo” (Juan 14:13).

¡Qué privilegio el nuestro: el privilegio de la oración! Cristiano, examine su corazón, vuelva a consagrar su vida, entréguese a Dios sin reservas, porque solo los que oran con un corazón limpio serán escuchados por Él. La Biblia dice: “La oración del justo es poderosa y eficaz” (Santiago 5:16).

Debemos orar en tiempos de adversidad, para no volvernos personas sin fe e incrédulas. Debemos orar en tiempos de prosperidad, para no volvernos jactanciosos y orgullosos. Debemos orar en tiempos de peligro, para no volvernos temerosos y dubitativos. Necesitamos orar en tiempos de seguridad, para no volvernos autosuficientes. Pecadores, ¡oren a un Dios misericordioso pidiendo perdón! Cristianos, oren pidiendo un derramamiento del Espíritu de Dios sobre un mundo testarudo, malvado e impenitente. Padres, ¡oren pidiendo que Dios corone su hogar con gracia y misericordia! Hijos, ¡oren por la salvación de sus padres!

Cristianos, santos de Dios, oren para que el rocío del cielo pueda caer sobre la tierra seca y sedienta, y para que la justicia pueda cubrir la tierra como las aguas cubren el mar. Oren, creyendo, con esta promesa de nuestro Salvador en mente: “Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán” (Marcos 11:24).

“Satanás tiembla cuando ve al santo más débil de rodillas”, así que ¡ore, cristiano, ore!

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